Preocupaciones constantes e intensas, situaciones de estrés y episodios de miedo, son solo algunas de las situaciones que pueden desencadenar un trastorno por crisis de ansiedad, una condición mental que se caracteriza por generar dificultad para respirar, taquicardia, palpitaciones y dolor en el pecho, entre otras manifestaciones.
Además, diversos estudios han abordado la relación entre los genes y las conductas relacionadas con la ansiedad, indicando que los individuos heredan una predisposición a padecer ansiedad que puede o no activarse por factores ambientales, en especial durante la infancia.
La ansiedad es un mecanismo defensivo de los seres vivos que tiene como función movilizar al organismo, mantenerlo alerta y reaccionar frente a una amenaza o peligro con el fin de evitar sus consecuencias o reducirlas. La ansiedad cumple por tanto una función adaptativa y puede ayudar a afrontar situaciones complicadas.
Ahora bien, cuando este mecanismo funciona de forma alterada y nos genera un nivel de miedo o intranquilidad que no podemos controlar, podemos encontrarnos frente a una crisis de ansiedad, situación que, en lugar de ayudarnos, nos incapacita.
Características del trastorno por crisis de ansiedad
El trastorno por crisis de ansiedad se caracteriza por la aparición repentina e inesperada de una descarga vegetativa masiva mediada por la noradrenalina y la adrenalina, que se manifiesta a través de un considerable aumento de la frecuencia cardíaca, opresión en el pecho, sensación de ahogo con incremento de la frecuencia respiratoria, malestar en el estómago, temblores, sudoración, inquietud, sensación de mareo e inestabilidad, y sensación de entumecimiento u hormigueo, entre otros.
Este estado viene acompañado de angustia y necesidad urgente de escapar del lugar en el que el individuo se encuentra. Quien padece de crisis de ansiedad puede llegar a creer que está a punto de perder la vida o que está perdiendo la razón rápidamente. En los casos más extremos, la persona puede presentar síntomas de despersonalización o de transformación de su ser interior.
Patogénesis de la crisis de ansiedad
Por lo general, la duración de una crisis de ansiedad es inferior a media hora y la causa inmediata es la activación masiva de un grupo muy pequeño de neuronas que se encuentran en el tallo del cerebro y que liberan noradrenalina, en forma de pulsos secuenciales, en la zona denominada locus cerúleo, región en el tallo cerebral involucrada en la respuesta al pánico y al estrés. Cuanto mayor es la frecuencia de descarga de este núcleo, mayor es el grado de activación y de alerta de todo el organismo, de tal forma que sus descargas son mínimas durante la noche mientras nos mantenemos durmiendo, intermedias mientras nos encontramos en vigilia o con tareas habituales y altas cuando nos exponemos a situaciones que amenazan nuestra vida o que implican una necesidad de escapar o de defenderse.
Esta descarga aumenta la velocidad de procesamiento de estímulos en el cerebro, la rapidez de asociación de ideas, la celeridad para efectuar análisis, la capacidad de tomar una decisión con prontitud y la coordinación muscular para ejecutar con inmediatez toda la conducta que se haya decidido.
En paralelo, se produce una liberación de adrenalina en las glándulas suprarrenales (situadas encima de los riñones y que funcionan regulando la respuesta al estrés) que aumenta la frecuencia cardíaca y respiratoria. Es decir, se genera toda una reacción de emergencia que prepara a la mente y al organismo para una reacción inmediata.
En situaciones normales, el locus cerúleo se encuentra regulado por distintos factores, de forma tal que solo descarga en el momento en que recibe una señal fidedigna de que nos encontramos frente a una amenaza real. Sin embargo, en el trastorno de crisis de ansiedad el mecanismo funciona de forma irregular, descargando en situaciones en las que no nos encontramos en peligro.
Manifestaciones del trastorno
El trastorno por crisis de ansiedad es más común en mujeres que en hombres. Puede presentarse en cualquier edad, pero habitualmente comienza en los adultos jóvenes. Además, con frecuencia, aparece en individuos con personalidades dependientes, ante pérdidas reales o imaginadas.
No obstante, no todas las personas que sufren crisis de ansiedad desarrollarán el trastorno. Además, debemos tener en cuenta que existen otras enfermedades como el asma, el hipertiroidismo, el hipoparatiroidismo, la hipoglucemia o la epilepsia, entre muchas otras, que pueden cursar con síntomas similares a los de una crisis de ansiedad, por lo que estas patologías deberán ser descartadas en el momento de establecer el diagnóstico.
Una crisis de ansiedad genera una situación de pánico que cursa con unos síntomas muy similares a los de un infarto, e incluso puede confundirse con él. Ocurre de forma repentina, sin previo aviso, y alcanza su máxima intensidad en pocos minutos.
Los síntomas pueden variar de una persona a otra, pero es frecuente sentir palpitaciones, sudoración y debilidad. También puede sentirse tumefacción o cosquilleo en las manos, escalofríos o sofocos, dolor de pecho, sensación de ahogo, de irrealidad o tener miedo de perder el control. La persona puede llegar a creer que está sufriendo un ataque al corazón, que está perdiendo la razón o que está al borde de la muerte.
Cuando estas crisis se dan repetidamente, la persona puede llegar a manifestar ansiedad intensa entre crisis por la preocupación que le genera el no poder anticipar dónde y cuándo le va a volver a ocurrir.
Este trastorno frecuentemente se presenta acompañado de otros trastornos mentales, como la depresión, y puede dar lugar a fobias relacionadas con los lugares o situaciones donde las crisis han ocurrido. Así, si la persona experimenta una crisis mientras está en un ascensor, puede llegar a sentir miedo a los ascensores u otros ambientes cerrados.
Una de las complicaciones del trastorno de crisis de ansiedad es la agorafobia. La persona huye de cualquier situación que cree que puede hacerla sentir indefensa si tiene un ataque, llegando a evitar actividades diarias normales y, en algunos casos, hasta salir de su casa.
Tratamiento del trastorno por crisis de ansiedad
Con el fin de identificar qué origina las crisis de ansiedad o si existe algún trastorno subyacente, es importante consultar al profesional de la salud.
En determinados casos, será necesario instaurar un tratamiento adecuado, que puede consistir en el uso de fármacos, psicoterapia o ambos.
La psicoterapia incluye el trabajo con un/a terapeuta que ayudará al paciente enseñándole técnicas específicas para controlar sus síntomas, así como a ganar confianza para controlar determinadas situaciones.
En el caso de ser necesario el tratamiento farmacológico, los dos tipos de medicamentos que se han demostrado seguros y efectivos en este tipo de trastorno son los antidepresivos y las benzodiazepinas. Algunos antidepresivos del tipo inhibidor de la recaptación de serotonina han demostrado su eficacia tras varios días después de haber iniciado el tratamiento. Además, el médico puede emplear benzodiacepinas para el control transitorio de la crisis, durante un periodo máximo de dos semanas.
Cuando se determina el diagnóstico correcto y se inicia el tratamiento a tiempo, el trastorno por crisis de ansiedad puede evolucionar satisfactoriamente. Por el contrario, si no se diagnostica, el padecimiento se puede volver crónico y muy complicado para el paciente.